Actividad 5 - ¿por qué me vigilan si no soy nadie?
¿Por qué me vigilan si no soy nadie?
Tras ver este vídeo de Marta Peirano, hemos reflexionado mucho sobre la cantidad de información que pueden llegar a tener las grandes empresas o el gobierno a través de nuestros dispositivos electrónicos. Literalmente podríamos decir que vivimos en casas de cristal, ya que somos espiados en todo lugar y momento.
Nos ha impactado saber cómo una compañía telefónica puede tener tanta información de un solo cliente en tan poco tiempo (cuándo coge el tren, cuánto duerme, con quién habla, dónde está... ), y todo eso solamente teniendo en cuenta la información del teléfono móvil. Al alemán Malte Spitz le vigilaban el 78% del tiempo. Esta cifra nos ha parecido muy impactante, ya que además, solamente hablamos del teléfono móvil. Si a ese tiempo le sumamos las cámaras, los radares o los chips de las tarjetas que llevamos en las carteras, esa cifra aumentará, lo cual supone que estamos vigilados/as casi todo el tiempo de nuestras vidas.
Debatiendo este tema en el grupo, unas compañeras han aportado su experiencia personal, recordando que después del viaje de fin de curso donde recorrieron varios países de Europa, les llegó un correo de Google donde les hacían un resumen del viaje a través de Google Maps. Indagando un poco más en Google Maps, pudieron ver los recorridos que hicieron durante el día en cada ciudad. La verdad es que creíamos ser conscientes de que nuestros móviles tuvieran información, pero no creíamos que pudiera ser tan detallado. Ahora, después de este vídeo nos hemos dado cuenta que aparte de esa información que pudieron, habrá muchísima más.
Creemos que esta vigilancia continua no tiene vuelta atrás. Continuamente estamos siendo vigilados/as desde más de un sitio donde no importa quiénes seamos, porque como dice Peirano, somos algoritmos, no personas. Todos los datos que recogen sobre nosotros/as los quieren para venderlos y hacer dinero, con lo cual podríamos decir que vivimos continuamente produciendo dinero para algunos.
Nos gustaría terminar esta pequeña reflexión con una frase que da mucho más para reflexionar: “Este estado de vigilancia es una de las peores enfermedades que tiene una democracia”.
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